Si aceptamos que el pensamiento abstracto se materializa en textos, entonces tendremos clara la importancia de la lectura. Para la UNESCO (2016), la comprensión de lectura fue entendida como la extracción del significado transmitido por el texto. En este sentido, es posible afirmar que el significado se encontraba en el texto y el rol del lector se restringía a encontrarlo (Lerner, 1984). Este enfoque de la enseñanza de la lectura acompañó a la escuela durante muchos años y, en algunos casos, continúa siendo así. Cassany (2006) señala: “Hoy, muchas personas creen que leer consiste en oralizar la grafía, en devolver la
voz a la letra callada” (p. 21).
Durante la primera mitad del siglo XX la tendencia básica, única y predominante en educación era la gramatical (programa formal o estructural), que atiende al conocimiento y dominio de la gramática. En esta tendencia, el objeto de estudio era la lengua y el énfasis se encontraba en el aprendizaje aislado del sistema lingüístico, sus rasgos léxicos, gramaticales y fonológicos. Se esperaba que el alumno adquiriera la gramática y conocimiento léxico, pero de forma descontextualizada, es decir, no en usos concretos, sino desde la teoría de la lengua para lograr corrección lingüística. En este enfoque jerárquico y cerrado se estudiaban de manera no integrada los elementos de la lengua (pronunciación, gramática, vocabulario, morfología y rasgos estructurales del discurso).
Hoy existe una nueva forma de aproximarse a la enseñanza de la lectura que coloca el énfasis en la función comunicativa del lenguaje. En la actualidad está claro que la lectura es una competencia y en esa lógica es más bien un instrumento y no una forma de pensar. La lectura es entonces una herramienta que nos permite aprender, pensar y disfrutar. podemos llegar incluso al extremo de afirmar que sin comprensión no hay lectura.
Ahora bien, por lo que hace a las estrategias que nos ayudan a desarrollar las competencias lectoras, podemos mencionar como indispensables:
• Conocer e identificar el tipo de texto;
• Establecer los objetivos de la lectura;
• Reconocer la intención del texto;
• Relacionar los conocimientos previos con la información contenida en el texto;
• Evaluar las actividades para poder encontrar y corregir errores.
Si logramos realizar una lectura basada en las estrategias ya planteadas, será mucho más probable que el texto en estudio sea comprendido en su totalidad.
En resumen, de lo que se trata es de que la aproximación que hagamos a los textos sea desde una perspectiva interactiva, es decir, que establezcamos un diálogo con el texto para conocer cuál es la estructura de lo que estamos leyendo, cuáles son las ideas principales y cuáles las secundarias, qué frases clave le dan sentido al escrito, cómo podemos realizar inferencia de datos y cuál es el punto de vista del autor.
Para lograr hacer una lectura participativa es indispensable planear el ejercicio, saber qué tipo de información estamos buscando y en qué medida, ese texto en concreto responde a las dudas que hemos planteado.
Aguado Terrón, Juan Miguel, INTRODUCCIÓN A LAS TEORÍAS DE LA COMUNICACIÓN Y LA INFORMACIÓN, Universidad de Murcia, 2004.